Compartir

Por un lado, realizar controles periódicos de los niveles de glucosa en sangre, te permitirá llevar un registro de cómo responde tu organismo al plan de cuidados que hayas establecido junto a tu médico. Ahora bien, para llevar a cabo este proceso, debés contar con un medidor de glucosa (llamados glucómetros). 

 


Actualmente existen diversos tipos, incluyendo dispositivos que no requieren muestra de sangre, por lo cual, lo más conveniente a la hora de elegir uno será que tengas en cuenta: las recomendaciones de tu profesional, la practicidad de acuerdo al método de uso, y el presupuesto con el que cuentes. Una vez seleccionado el glucómetro, debés adquirir además las tiras reactivas y una aguja específica conocida como “lanceta” junto a su dispositivo de punción, en caso que no se encuentre ya incorporada en el glucómetro. 

 


Si bien con algunos medidores se puede utilizar el antebrazo o el muslo, aquí te compartiremos una serie de pasos para realizar la medición tomando una muestra en el dedo de una mano:

 


    • En primer lugar, lavá tus manos con agua y jabón.
    • Insertá la tira reactiva en tu medidor.
    • Introducí la aguja en la zona de tu yema del dedo para obtener una gota de sangre. Asegurate que esté lo más próxima a la uña para evitar dolores en la parte del dedo que usas con más frecuencia. 
    • Tocá y mantené la punta de la tira reactiva en la gota de sangre mientras esperas por los resultados.
    • Tu nivel de glucosa en la sangre aparecerá en forma de números en la pantalla del medidor.

 

De todos modos, siempre es recomendable que realices las primeras mediciones junto a tu médico para poder aprender el procedimiento correctamente y comprender los distintos tipos de valores. A su vez, actualmente también existen medidores con los que no es necesario pincharse todos los días para medir los niveles de glucosa, dado que el control se realiza mediante escaneo.

 


Por otra parte, e independientemente de los controles periódicos, es importante que lleves a cabo una dieta variada, suficiente y acorde a tu tipo de diabetes (sea tipo 1 ó 2). 

 


La diabetes tipo 1 es una condición en la que el páncreas es incapaz de generar la cantidad suficiente o efectiva de insulina, una hormona necesaria para metabolizar la glucosa que aportan los alimentos. Por ello, en caso que poseas diabetes del tipo 1, debés realizar un consumo de carbohidratos controlado, planificado y acompañado de la dosis de insulina indicada por tu médico. Es recomendable que en tu plan de alimentación incluyas:

 


    • Carbohidratos complejos presentes, por ejemplo, en las verduras.
    • Proteínas, a través del consumo de pescado, pollo.
    • Grasas buenas, las cuales se encuentran en alimentos como el huevo, la palta, el pescado.

 

Además, es conveniente que elijas, preferentemente, aquellos alimentos que presenten un bajo índice glucémico como kiwis, ciruelas y pomelos, en el caso de las frutas, y lechuga, brócoli, col, coliflor, en el de las verduras.

 


Por otro lado, y en caso que presentes diabetes del tipo 2, la dieta que debés realizar estará enfocada en conseguir un peso adecuado y mantener niveles de glucosa aceptables. Dado que el organismo produce insulina, pero no en la cantidad suficiente para superar la resistencia a la misma, la glucosa aumenta en sangre y daña así los tejidos. Por lo cual, si posees diabetes del tipo 2, es recomendable que:

 


    • Evites el consumo de alimentos altos en grasas, carbohidratos y azúcares,
    • Consumas carbohidratos complejos, ya que estos son necesarios para tu organismo y no debés eliminarlos,
    • Incluyas verduras y hortalizas variadas,
    • Elijas carnes magras como el pescado, el pollo o el pavo.

 


A su vez, independientemente del tipo de diabetes que poseas, podés consultar con tu médico para complementar tu alimentación con apoyos nutricionales como Glucerna®, el cual aporta hidratos de carbono de lenta digestión, así como fibra, vitaminas y ácidos grasos Omega-3 que son favorables para el organismo. 

 


Por último, es importante que diseñes tu plan de alimentación y suplementación junto a un especialista, quien puede adaptarlo a tus necesidades específicas. 

 

 

BIBLIOGRAFÍA