Una alimentación correcta es clave para el crecimiento y desarrollo saludable de tus hijos. En esta etapa, no solo se empiezan a formar los hábitos alimentarios, sino que también se integran como parte de la dieta familiar. Además de ser equilibrada y nutritiva, la comida puede convertirse en un momento especial para compartir en familia, ya sea alrededor de la mesa o cocinando juntos.
Entre los 2 y 3 años, los chicos atraviesan una etapa clave en su desarrollo físico y emocional. Establecer hábitos alimenticios saludables desde temprano ayuda a prevenir problemas como la obesidad infantil, deficiencias nutricionales o malos vínculos con la comida. Este período también es ideal para enseñarles a disfrutar de una variedad de alimentos, texturas y sabores, fomentando una relación positiva con la comida que les dure toda la vida.
Para garantizar una nutrición completa, es importante incluir los siguientes grupos de alimentos en la dieta diaria de tu hijo:
• Lácteos: 2 a 3 tazas de leche o yogur al día. Si es posible, elegí opciones sin azúcar agregada.
• Carnes: 1 a 2 porciones diarias de carne roja, pollo, pescado o cerdo. ¡El pescado es una gran fuente de omega-3!
• Legumbres: Porotos, lentejas o garbanzos, 1 a 2 veces por semana. Son económicas, rendidoras y súper nutritivas.
• Grasas saludables: Hasta 1½ cucharadita diaria de aceites vegetales (oliva, maíz, girasol) o una rebanada de palta.
• Frutas: 1½ porción al día, preferentemente frutas de estación ricas en fibra como manzana, pera o naranja.
• Verduras: De 2 a 2½ porciones diarias, incluyendo opciones como zanahoria, brócoli o espinaca. ¡Cuanto más colorido el plato, mejor!
• Cereales y tubérculos: 3 a 4 porciones diarias de arroz, fideos, papa o batata. Variá las preparaciones para que no se aburran.
• Agua: 1,3 litros diarios, priorizando siempre el agua potable sobre otras bebidas. ¡Nada de gaseosas ni jugos industriales!
Si te cuesta planificar las comidas, acá te dejamos algunas ideas prácticas para armar un menú semanal variado y nutritivo:
• Desayuno: 1 taza de leche con trocitos de banana y avena.
• Almuerzo: Pollo al horno con puré de zapallo y zanahorias al vapor.
• Merienda: Yogur natural con frutillas picadas.
• Cena: Fideos con salsa de tomate casera y queso rallado.
• Desayuno: Tostada de pan integral con palta y jugo de naranja exprimido.
• Almuerzo: Hamburguesa casera de lentejas con ensalada de pepino y tomate.
• Merienda: Manzana rallada con un toque de canela.
• Cena: Tortilla de papa y calabaza con una rodaja de queso fresco.
• Desayuno: Licuado de durazno con leche.
• Almuerzo: Filet de merluza al horno con arroz integral y brócoli.
• Merienda: Galletitas caseras de avena y pasas.
• Cena: Sopa de verduras con trocitos de pollo desmenuzado.
(Podés seguir variando el menú durante la semana con combinaciones similares.)
Si tu hijo es de esos que "te hacen la guerra" a la hora de comer, no te preocupes. Acá van algunos consejos bien prácticos para que todo fluya mejor:
• Hacé que la comida sea divertida: Presentales los alimentos en formas creativas, como caritas hechas con frutas o figuras con vegetales. ¡Un poco de imaginación hace maravillas!
• Involucralos en la cocina: Permitíles lavar frutas, mezclar ingredientes o decorar sus platos. Cuando sienten que participaron, suelen estar más dispuestos a probar lo que ayudaron a preparar.
• No los presionés: Si no tienen hambre, no pasa nada. Respetar sus señales de saciedad es clave para que aprendan a escuchar a su cuerpo.
• Ofrecé variedad: Introducí nuevos alimentos de a poco y en diferentes preparaciones. Tal vez rechacen algo al principio, pero si lo ven seguido, es probable que terminen probándolo.
• Da el ejemplo: Los chicos copian todo lo que hacemos. Si te ven disfrutando de una ensalada o un plato de legumbres, es más probable que quieran imitarte.
Cada chico es único, y es importante adaptar su dieta a sus necesidades específicas:
• Alergias alimentarias: Consultá con el pediatra antes de introducir alimentos potencialmente alergénicos como huevo, pescado o frutos secos. Siempre observá las primeras reacciones.
• Intolerancias: Si tu hijo tiene intolerancia a la lactosa o al gluten, buscá alternativas seguras como leches vegetales fortificadas o cereales sin gluten.
• Niños con poco apetito: Priorizá alimentos ricos en nutrientes como palta, huevo o legumbres. Evitá llenarlos con ultraprocesados que no aportan valor nutricional.
Establecer hábitos alimenticios saludables en la infancia es una inversión en el futuro de tu hijo. Recordá que una dieta equilibrada no solo favorece su crecimiento físico, sino también su desarrollo cognitivo y emocional.
Si tenés dudas sobre la alimentación de tu pequeño, consultá a su pediatra y considerá complementos nutricionales como PediaSure®, diseñados para cubrir las necesidades de los chicos en crecimiento. ¡Dale a tu hijo el mejor comienzo posible!